martes, octubre 13, 2009

ALGUERO.



Nuestra llegada a Alguero fue pasada por agua. Ya nos empezábamos a mentalizar de que nuestros días allí iban a ser así, cuando el tiempo dió un giro inesperado, y al final, fue benevolente con nosotros. Salió el sol el tiempo justo y necesario para disfrutar de esta ciudad de la província de Sassari.



Sentía verdadera curiosidad por escuchar hablar a los lugareños, ya que en Alguero se habla un dialecto del catalán, el alguerés. Resquicios todavía que permanecen intactos pese al paso del tiempo, porque la ciudad fue repoblada en el pasado por colonos catalanes, después de expulsar a la población sarda autóctona en 1372.



Hay numerosas torres, todas se ven bien conservadas y estrechamente unidas a las murallas que caracterizan a esta ciudad.



Los colores, me tenían fascinada. La sensación de estar en casa, de que todo estaba muy vivo, muy sentido, muy latente. A mi alrededor, el ambiente me resultaba extrañamente familiar. Supongo que será cosa de compartir el mismo mar, el Mediterráneo, "mar en el medio de las tierras". Las olas golpeando fuerte las rocas, mezclando esencias, aromas comunes. El mar aporta vida a las orillas y a las ciudades que se apegan a él. Engrandece el espíritu, pone en armonía al alma, para que no discurra separada, para que forme parte del todo y concurra al mismo fin.



Los alguereses denominan a su ciudad "Barceloneta". Dicen que es la más bella de Cerdeña. No sé si esta afirmación es cierta, porque la belleza depende de los ojos de quien mira.



Alguero desborda los sentidos. Tiene un ritmo febril, acelerado para quien desee vivir con intensidad la vida urbana en la isla sarda. La atmósfera que se respira es cuanto menos peculiar, hay que saborearla poco a poco, transmite cierto ambiente festivo, aporta inquietud en las almas que se agitan fácilmente como la mía.



La verdad, es que los mejores momentos de la visita a Alguero los viví junto a la muralla. No me cansaba de la brisa, del mar embravecido golpeando furioso las paredes centenarias que permanecen intactas pese al paso del tiempo.



La murallas aportan una atmósfera única. Rodean la ciudad y hace que su panorámica tenga el encanto peculiar de quien permanece intacto al paso de los años. Protegían de ataques marítimos. Las torres de avistamiento también permanecen en perfecto estado. No es difícil imaginar como, antaño, desde ellas se divisaba cualquier movimiento extraño en el horizonte. Estas torres, ubicadas a lo largo de toda la costa sarda, servían como catalejo desde donde advertir de los peligros de barcos o de enemigos, y eran un punto de comunicación mediante juegos de espejos o fogatas.




Las callejuelas estrechas, empedradas, repletas de terrazas que ofrecen la oportunidad de sentarse para admirar el discurrir de la vida, el ir y el venir. Merece la pena perderse un rato por ellas. Sentarse a contemplar. Las casas del casco antiguo parecen abrirse al espectador, porque es una ciudad de puertas para afuera. Los carteles de cerámica al principio y final de las callejuelas anuncian su nombre en catalán.



Y este es el paseo marítimo. La parte que menos me gustó. Se encuentra ubicado junto a un puerto deportivo que en mi opinión quita mucho encanto a este rincón, lo estropea en realidad, pero es lo que hay.



Panorámica de la ciudad que se divisa desde la carretera de entrada a la misma. Llovía cuando hicimos esta foto, así que salió como salió y como dice siempre Pedro: "el que hace lo que puede, no está obligado a más".

8 comentarios:

fermin dijo...

Cuando sea mayor quiero ser como vosotros, ¡no paráis!. Esto si que entretiene un buen rato, preciosas las vistas, sobre todo la última, a pesar de la lluvia es preciosa.
Petonets, Lorena.

Lorena dijo...

Fermin: Bueno, ahora ya pisaremos un poco el freno de cara al invierno.., pero si que es verdad que no nos aburrimos. Eso, petonets!!, o bicos como dice Belén.

Perico dijo...

Eso de que el tiempo fue benevolente... porque yo pasé una calor del carajo una vez marcharon las nubes :P

Besos.

Lorena dijo...

Perico: Hijo, sé un poco positivo...si llueve porque llueve, si hace sol porque hace sol...1000.

Perico dijo...

Positivo soy, pero tú ya sabes que yo y las calores no hacemos buenas migas. Por desgracia la cigüeña me soltó bastantes grados más al sur de lo que debería haberlo hecho ;) Y cuidadín que te veo... Porque conocerte, te habría conocido igual :)

Besets.

Ardorín dijo...

Me uno al comentario de D. Pedro¡¡¡vaya calor hacia ese día!!!.
Yo, como él deberiamos haber nacido mucho más al Norte, pues cuando hace algo de calor parece que llevo una ducha pegada a la espalda.

Lorena dijo...

Ardorín y Pedro: Dejaros de nacimientos que si os han soltado por estas tierras por algo será...

Perico dijo...

Será porque en otra vida fuimos muuuyyyy malos ;)